La aparición de la Madre de Luto
Durante la mayor parte de nuestra existencia como seres humanos, las madres han tenido que aprender a renunciarse a la muerte de sus niños durante la niñez. Las ramas genealógicas de nuestras familias cuentan con parientes, muchos en siglos pasados, cuyos hijos murieron durante la infancia. Puede decirse con casi la certeza completa que no hay nadie vivo hoy quién no cuenta con un abuelo o bisabuelo que no perdió a un recién nacido en su infancia
Los ricos no se ha exentos de estas tragedias. En el Paseo de Montejo se encuentra la Casa Vales. A pesar de que la casa, que está ahora las oficinas regionales del Banco Santander, fue bautizado por Agustín vouchers, él no llegó a construir la mansión.
La casa fue construida por Fernando Rendón en 1905, y posteriormente la vendió, en 1914, al Sr. Vales, quien luego dio la mansión a su hijo, Carlos Vales, en la ocasión de su boda con Rosa Cámara.
Los novios privilegiados con prontitud se trasladarón y se asentaron en una vida de comodidad. Pero la riqueza no es una garantía contra la tragedia. La pareja tuvo tres hijos, sólo uno de los cuales sobrevivieron y llego a ser un hombre adulto: Miguel Ángel. Los dos primeros hijos – Carlos y Oswaldo - murieron en su niñez.
Como era costumbre en esos tiempos, era posible enterrar a los infantes e hijos pequeños en los terrenos de un predio, siempre y cuando se solicitaba autorización de las autoridades municipales. A menudo esto era concedida, al proporcionar razones lógicas para dicha solicitud. Se dice que doña Rosa estaba tan trastornada por haber perdido a uno de sus hijos a una edad tan tierna, que no quería que el cuerpo de su hijo fuera enterrada en el mausoleo de la familia Vales. Efectivamente, quería que cadáver de su hijo fuera enterrado en los jardines de la casona, y que construyera un santuario como memorial. Se dice que ella iba a visitar su tumba todas las mañanas, para rezar y poner flores.
Décadas pasan, y también pasa la memoria. La vida de los que viven siguen adelante, y en el trascurso natural de las cosas, tanto Carlos y Rosa pasan de esta vida. Su hijo sobreviviente creció, vivió su vida, y no se podía esperar que se recordara mucho de los dos hermanos que nunca conoció a raíz de ambos murieron de niños.
Cuando la propiedad se vendeal banco, la casa fue restaurada a su esplendor original. Los jardines y el terreno, sin embargo, eran otra cosa. El banco construyó un moderno edificio de oficinas el cual está conectado a la mansión por un atrio de cristal. Los jardines se convirtieron en un estacionamiento para los empleados y clientes del banco. También se construyeron otros edificios para las operaciones de banco moderno, incluyendo un edificio para los guardias de seguridad, otro para los cajeros automáticos que el público puede utilizar, et cetera.
En el curso de estas renovaciones y nuevas construcciones, sin embargo, la pequeña cripta se descubrió. La familia fue informada. Los restos fueron trasladados al mausoleo de la familia.
Todo esto fue hecho en una forma eficiente, de conformidad con las normas burocráticas en vigor. Es decir, no hubo ceremonia religiosa oficiada para proporcionar un sentido de continuidad y decoro al traspasar los restos del infante. Es quizás esta violación del respeto por los muertos que tiene en cuenta la extraña las ocurrencias reportadas por personas que visitan y trabajar en este recinto.
Se dice que empleados bancarios oyen, en las tardes y por las noches, la voz de una mujer, preguntando “¿Dónde está mi niño?” o “¿Dónde han llevado a mi niño?”
Es curioso, además, que hay reportes de esta presencia con más frecuencia a final de octubre y principios de noviembre, durante los Días de los Muertos. Los testigos reportan ver una figura de una mujer que aparece en las ventanas del segundo piso de la mansión antigua. Son frecuentes las denuncias de los que dicen oír sollozos suaves durante el 1 de noviembre: Este es el Día de los inocentes cuando los mexicanos conmemoran la muerte de los bebés quienes se creen que han muerto en estado de gracia y sin pecado, con la excepción del pecado original.
Quizás porque ellos son más sensibles a la pena de una madre – o quizás porque la aparición las busca – más mujeres que hombres reportan oír esta voz suplicante, y más mujeres que hombres reportan sentir su presencia. Hay informes de empleados bancarios de sexo femenino que trabajan tarde que, al salir al estacionamiento, ellss sienten el toquen en sus hombros, pero cuando ellas dan la vuelta no hay nadie.
Nadie, pero sí escuchan la voz de una mujer que pide por su niño.
¿Será posible que la aparición es el alma de doña Rosa en busca la tumba de su niño que perdió hace tanto tiempo? ¿Será la pena de una madre a través de las décadas que implora a los que estamos vivos por una respuesta? ¿Estará destinada a seguir andando entre los terrenos y el estacionamiento del banco en busca del jardín y lugar sagrado, que ella, en vida, construyó para su niño?
Nadie lo sabe.
Lo que sí es cierto es que en el recinto, donde se ubica uno de los más modernos edificios de oficinas bancarias, existe la persistente voz de luto de una madre cuyo dolor perdura, y a la cual los que vivimos sentimos.
Estos acontecimientos, muchos creen, son pruebas del poder duradero del amor de una madre.
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